lunes, 2 octubre 2023

El sueño de la alquimia: del oro al elemento 119 y de las telomerasas a la eternidad

Al azar

Cayetano Puga Rodríguez »

La piedra filosofal

Hoy sabemos que en el núcleo de los átomos se encuentra la principal diferencia caracterizadora de cada elemento químico: el número de protones o número atómico. En particular, cada metal es un elemento químico diferente caracterizado, por tanto, por un número de protones determinado en su núcleo.

El oro, concretamente, es un elemento químico metálico que se caracteriza por poseer  79 protones en su núcleo atómico. Su símbolo químico es Au y siempre ha sido un metal muy valorado.

Para su obtención, muchas personas buscaron la soñada y anhelada piedra filosofal.  La noción moderna de piedra filosofal como clave de transformación de un elemento a otro y así, poder obtener oro, reside en el número de protones de cada núcleo.

El afán de superación de los científicos ha permitido obtener elementos químicos artificiales (los cuales no se encuentran en la naturaleza) con números crecientes de protones en el núcleo atómico.  De hecho, se ha podido obtener oro (Au) a partir de plomo (Pb).

El último elemento obtenido artificialmente es el elemento químico número 118 (formado por 118 protones en su núcleo y llamado oganesón. Las dificultades técnicas para la obtención y reproducción en el laboratorio de núcleos con un elevado número de protones, la inestabilidad de dichos núcleos y los fenómenos radiactivos asociados a los mismos entre otros factores limitan la obtención de nuevos elementos químicos.

El siguiente reto reside en obtener el elemento químico número 119 (Uue) y los sucesivos sin saber con certeza el límite de protones que puedan estar presentes en un mismo núcleo atómico.

Las potenciales aplicaciones en ingeniería, en medicina y en otras disciplinas impulsa a los científicos a obtener nuevos elementos químicos.

Se han hecho varios intentos de obtener el elemento 119 pero sin resultados. De este modo se trató de hacerlo en 1985 en el acelerador de Berkeley:

25499Es + 25499Ca ⟶ 302119Uue

Las telomerasas

El material genético del ser humano es fundamentalmente ADN (ácido desoxirribonucleico), que presenta distintos niveles de empaquetamiento según las necesidades celulares y fisiológicas. Así, obtenemos cromosomas como máximo nivel de empaquetamiento de material genético a partir del modelo de doble hélice de ADN propuesto por Watson y Crick en 1953.

Este ADN es replicado (copiado) en ARN (ácido ribonucleico) para encauzar complejos procesos metabólicos dirigidos a la síntesis de proteínas que son de enorme

importancia para la vida. Este flujo de información contenida en el ADN dirigida hacia la síntesis de aminoácido y por tanto de proteínas (cadenas de al menos 100 aminoácidos) pasando por el ARN como intermediario se denomina flujo de la información genética.

Existen fragmentos de ADN llamados telómeros que se van acortando en las sucesivas divisiones celulares. Esto conlleva una limitación del número de divisiones celulares de nuestras células. De aquí surge la importancia de la telomerasa (enzima con capacidad de sintetizar telómeros) para evitar dicho acortamiento así como la limitación de división celular, es decir, el envejecimiento y muerte de las células.

No podemos olvidar los procesos oxidativos asociados al envejecimiento, las mutaciones, las agresiones externas, la lucha entre especies, la complejidad del ADN y la gran variedad de células presente en los organismos superiores como es el caso de los seres humanos, por lo que este fenómeno adquiere mayor complejidad. La adecuada combinación de todos estos factores es clave para reducir el envejecimiento celular.

Los sueños de la alquimia

La piedra filosofal la consideraban algunos alquimistas como una sustancia que sería capaz de convertir los metales básicos, tales como el plomo, en oro, pero para otros era un elixir de la vida útil para el rejuvenecimiento y, posiblemente, para lograr la inmortalidad. Digamos que la transmutación nuclear y las telomerasas son la moderna piedra filosofal.

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