domingo, 3 diciembre 2023

La química del amor

Al azar

Guillermo Jarne Bueno »

El amor es un fenómeno que durante mucho tiempo ha estado reservado a escritores y poetas, pero desde hace pocos años, se ha comenzado a plantear el estudio del amor como un proceso bioquímico. Este proceso se inicia en el cerebro para pasar después al sistema endocrino. Además, estas reacciones bioquímicas tienen una traducción en el lenguaje psicológico. Se trata de un proceso extremadamente complejo, del que aún queda mucho por conocer.

Se cree que el amor se trata de un instinto evolucionado de buscar una pareja para aparearse, ya que es un instinto que se encuentra también en otros animales: estudios sobre mamíferos y aves indican que estos tienen comportamientos similares a los de los seres humanos (caricias, bailes de cortejo, etc.).

Sobredosis hormonal. La primera fase del enamoramiento

Cuando nos enamoramos se produce en nuestro organismo una especie de “sobredosis hormonal”. El cuerpo produce fenil-etil-amina, un estimulante natural que desencadena las reacciones de secreción de dopamina, norepinefrina y oxitocina entre otras sustancias.

Los altos niveles de dopamina y norepinefrina, y los bajos niveles de serotonina son causantes principales de los síntomas clásicos del enamoramiento

· La dopamina (C6H3(OH)2-CH2-CH2-NH2) es un neurotransmisor que provoca una sensación de plenitud y euforia, favorece el aprendizaje de estímulos novedosos (nos ayuda a focalizar la atención en el amado o amada), y se asocia con la motivación y con las conductas orientadas a alcanzar objetivos (lo que provoca que durante el enamoramiento, nuestros gustos, intereses, forma de vestir, etc, cambien, con el objetivo de complacer al ser amado).

· La norepinefrina incrementa la capacidad de recordar estímulos nuevos, lo que supone una mayor capacidad de recordar gran cantidad de detalles sobre el ser amado y sobre el tiempo que se ha compartido juntos.

· Por otro lado, los bajos niveles de serotonina provocan un pensamiento obsesivo, que nos impide parar de pensar en nuestro ser amado y que nos lleva a fantasear e imaginar situaciones románticas.

En las primeras etapas de una nueva relación, y sobre todo si se trata de amor adolescente, inconsciente perseguimos la adversidad y el dramatismo amoroso, ya que estas situaciones producen un aumento de la secreción de dopamina. Así, en poco tiempo nos volvemos adictos a la dopamina y la norepinefrina entre otras muchas sustancias.

En un cerebro enamorado se activan las mismas regiones que en un cerebro de un adicto a la cocaína, ya que todas las adicciones están relacionadas con niveles altos de dopamina.

Cuando el amor es correspondido, genera una feliz dependencia, pero cuando se produce el rechazo o el abandono, puede generar una gran ansiedad, tristeza e incluso depresión. Las mismas sustancias químicas que se activan con el amor, también lo hacen con el odio, lo que convierte a la indiferencia en el contrario de ambos. La barrera que los separa es muy fina, lo que explica la facilidad que existe para pasar del amor al odio e incluso la posibilidad de sentir ambos al mismo tiempo.

Amor e impulso sexual

El impulso sexual es diferente del amor romántico, siendo el amor y el deseo cosas distintas, pero relacionadas entre sí. La principal sustancia encargada de despertar el impulso sexual es la testosterona (tanto en hombres como en mujeres). La dopamina y la norepinefrina estimulan la producción de testosterona, por eso, el enamoramiento siempre viene acompañado de un deseo sexual por la persona amada.

El vínculo emocional y sexual

No obstante, este amor apasionado no puede durar para siempre, ya que supondría un desgaste energético demasiado grande (entre otras cosas).

En esta última fase del amor, el hipotálamo segrega vasopresina y oxitocina, que son los principales encargados de generar lazos afectivos fuertes y estables. Así, el amor se transforma en tranquilidad y seguridad, y nos permite mantener una pareja durante un largo periodo de tiempo, o incluso para siempre. Además la oxitocina promueve las conductas maternales (sobre todo en mujeres) lo que nos mantiene unidos a la pareja.

La vasopresina es una sustancia que se encuentra en grandes cantidades en los animales monogámicos, por lo que podría tratarse de una especie de “hormona de la monogamia” que nos permite mantener relaciones estables y más duraderas. No obstante, no se tiene gran conocimiento sobre los efectos de esta sustancia en los seres humanos.

Por último cabe mencionar que actualmente la ciencia no es capaz de explicarlo todo acerca el amor, y que existen numerosos factores que hacen de este fenómeno atemporal, algo extraordinariamente complejo y cuyo estudio y comprensión está aún en sus primeras etapas.


Fuentes

Fotografías:

  • doctorweb.org
  • www.taringa.net
  • albaroreggia.blogspot.com
  • en.wikipedia.org
  • rincondelmusculo.com

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