lunes, 29 mayo 2023

1790: Francisco Chavaneau y el fiasco del cinabrio cubano

Al azar

En el año del señor de 1790 el químico francés François Chavaneau llevaba más de una década viviendo en España, por lo cual quizá no fuera muy aventurado pensar que era conocido en estos lares como Paco Chavanó. Había llegado junto a su compatriota Louis Proust (descubridor de una de las leyes fundamentales de la Química) para ocupar una de las cátedras científicas del recién creado Seminario Patriótico de Bergara, en el País Vasco.

En ese año de 1790 vivía en Madrid, donde dirigía la Real Escuela de Mineralogía, ciencia de la que era especialista. Quizá su mayor logro fue un método para purificar el platino, metal que había sido descubierto por el español Antonio de Ulloa en Ecuador medio siglo antes. Por eso no es de extrañar que en España se considerara a Chavaneau la principal autoridad en el campo del reconocimiento de piedras.

En relación con estas actividades transcribimos más abajo un oficio (ESTADO,7,N.8) que se conserva en el Archivo General de Indias en el que un subordinado le hace saber al secretario de Despacho de Estado (ministro de Asuntos Exteriores), Conde de Floridablanca, que el catedrático de Química Francisco Chavaneau había hecho el “ensaye” de unas piedras que habían llegado de La Habana (Cuba) y demostrado que no contenían azogue (mercurio) como se suponía.

Recordemos que España era por entonces y lo fue durante mucho tiempo el principal productor mundial de mercurio gracias a las inmensas reservas de cinabrio (sulfuro de mercurio) de Almadén (Ciudad Real), ya conocidas y explotadas por los romanos, y de Lena (Asturias).

El documento está fechado en Aranjuez (Madrid) y dice así:

Excmo Sor.:

Remitidas para su ensaye al Catedrático de Química en Madrid Dn. Francisco Chavaneau las piedras que me pasó V. E. en 17 de Marzo próximo y le dirigió desde la Havana el Coronel Dn. Carlos de Urrutia con carta de 1º de Diciembre último expresando ser de mineral de azogue descubierto en el Convento de Predicadores de Guanavacoa; me informa en 12 del corriente que sin embargo de las repetidas experiencias que practicó ara averiguar si contenían algún cinabrio, no encontró la menor señal de él. Lo que le participo a V. E. por si tubiese por conveniente comunicarlo al Coronel para que escuse otras dilixencias en el asunto.

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