Ya hemos explicado aquí lo que son las reacciones hipergólicas: aquellas en las que se produce una inflamación sin necesidad de aplicar una cerilla o similar. Pues bien, hoy les traemos otra. Ni que decir tiene, les advertimos de que no deben realizarla por sí mismos si no son profesionales de la química con medios suficientes (especialmente, vitrina extractora), ya que se originan llamas, chispas, gases tóxicos y un ácido muy corrosivo.
Se trata de la combinación espontánea y muy exotérmica del aluminio con el bromo:
2Al(s) + 3Br2(l) → 2AlBr3(s)
Para empezar, el calor de la reacción volatiliza parte del bromo, formándose vapores muy tóxicos rojo-anaranjados. Después, el bromuro de aluminio gaseoso que se forma se dimeriza en forma de Al2Br6, que es un humo blanco. Todo esto va acompañado de fuego y chispas.
Po otro lado, un peligro adicional es que el bromuro de aluminio se hidroliza fácilmente en agua (incluso con la humedad del ambiente), lo que genera ácido bromhídrico (HBr) en forma de vapor, debido al gran calor que se desprende en la hidrólisis. Por lo tanto, si alguien, en el transcurso de esta reacción, se asusta y quiere detenerla con agua, estará echando “leña al fuego”.
Reacción de la termita
No es esta la única reacción en la que el aluminio manifiesta lo fácilmente oxidable que es. También es famosa en ese sentido la llamada reacción de la termita, que ocurre al mezclar aluminio en polvo con óxido de hierro, generando tanto calor que se obtiene hierro fundido:
Fe2O3 + 2 Al → 2 Fe + Al2O3
Esta reacción no es hiperbólica, pues para iniciarla se necesita aplicar calor. Puede verse en este vídeo:
Podrían preguntarse: si el aluminio es tan fácilmente oxidable, ¿por qué no se oxidan los aviones? ¿Por qué no se disuelven cuando llueve? El aluminio, efectivamente, es muy oxidable, pero la capa microscópica de oxidación que se forma alrededor de una pieza de aluminio la protege de la oxidación ulterior del interior. En la reacción de la termita, el aluminio está en polvo, lo que, además de aumentas extraordinariamente su superficie de contacto con el oxidante, permite que este alcance el interior.