Un río atmosférico es una masa estrecha y alargada de aire húmedo que se mueve a través de la atmósfera. Es decir, es como si fuera una corriente de agua en el aire, pero no de agua líquida sino en estado de vapor. Se extiende habitualmente desde las regiones tropicales o subtropicales hacia las regiones polares, pudiendo abarcar miles de kilómetros de longitud y cientos de kilómetros de anchura.
Estos ríos son fenómenos meteorológicos importantes debido a su influencia en los patrones de precipitación. Cuando un río atmosférico interactúa con una cadena montañosa, la masa de aire se ve forzada a elevarse, lo que provoca la condensación del vapor de agua y la formación de nubes y precipitación. Esto puede resultar en fuertes lluvias, tormentas y nevadas, dependiendo de la temperatura.
Los ríos atmosféricos pueden tener un impacto significativo en el clima y el clima local. En ciertas regiones, como la costa oeste de los Estados Unidos, pueden ser responsables de la mayoría de la precipitación anual. Pueden causar fenómenos extremos como inundaciones repentinas o sequías prolongadas, según la intensidad y duración del evento.
El monitoreo y la comprensión de los ríos atmosféricos son importantes para la predicción del clima y la gestión del agua. Los científicos utilizan herramientas como satélites, radares y modelos computacionales para detectar y estudiar estos fenómenos con el fin de mejorar la capacidad de pronosticar y mitigar los impactos asociados.
Explicación física
La formación de un río atmosférico se debe a la interacción de varios factores físicos en la atmósfera. En esencia, está impulsado por diferencias en la temperatura y la presión atmosférica, y está influenciado por los patrones de circulación atmosférica a gran escala.
La clave para entender la formación de un río atmosférico radica en la distribución desigual del calor en la Tierra. Las regiones cercanas al ecuador reciben más radiación solar y, por lo tanto, son más cálidas, mientras que las regiones polares son más frías. Esta diferencia de temperatura da lugar a gradientes de presión atmosférica.
Cuando hay una región de alta presión cerca de los polos y una región de baja presión cerca del ecuador, se crea un gradiente de presión atmosférica que establece un flujo de aire de las regiones de alta presión a las regiones de baja presión. A medida que el aire se mueve hacia el ecuador, se calienta y puede retener más humedad en forma de vapor de agua.
A medida que el aire húmedo se desplaza hacia latitudes más altas, encuentra obstáculos como montañas o cambios en la topografía. Estos obstáculos obligan al aire a elevarse, lo que provoca una disminución en la temperatura y la presión. Cuando la temperatura alcanza un punto de condensación, el vapor de agua se condensa en forma de gotas líquidas o hielo, formando nubes y precipitación.
En el caso de los ríos atmosféricos, estos flujos de aire húmedo son canalizados en corredores estrechos y alargados debido a los patrones de circulación atmosférica y a la presencia de características geográficas, como las cadenas montañosas. Estos corredores actúan como canales a lo largo de los cuales el aire húmedo se desplaza a grandes distancias, transportando una gran cantidad de humedad y generando condiciones propicias para la precipitación cuando interactúa con las condiciones adecuadas.

La Gran Inundación de California (1861-62)
El término “río atmosférico” fue acuñado en la década de 1990 por dos científicos estadounidenses, pero los fenómenos asociados con los ríos atmosféricos evidentemente han ocurrido a lo largo de la historia. Se introdujo para describir de manera más precisa y comprensible el transporte de grandes cantidades de humedad en la atmósfera a lo largo de corredores estrechos y alargados.
Pero los científicos han podido retroceder en el tiempo e identificar eventos históricos que muestran características similares a lo que hoy llamamos ríos atmosféricos. Un ejemplo podría ser la Gran Inundación de California entre diciembre de 1861 y enero de 1862, periodo en el que una serie de ríos atmosféricos persistentes y extremadamente intensos golpearon la costa oeste de Estados Unidos llevando consigo un flujo constante de humedad desde el océano Pacífico hacia California. Esta serie de tormentas masivas generó lluvias torrenciales, causando inundaciones generalizadas en gran parte del estado.
Las consecuencias de la Gran Inundación de California fueron devastadoras. Se produjeron inundaciones catastróficas en áreas pobladas, destruyendo puentes, arrasando pueblos enteros y causando la muerte de numerosas personas. Las tierras agrícolas quedaron sumergidas bajo el agua, lo que resultó en la pérdida de cosechas y el colapso de la industria agrícola. Además, la infraestructura, como sistemas de transporte y comunicación, sufrió daños significativos.