
Mariano Eduardo de Rivero y Ustáriz, nacido en Lima en 1798, está considerado uno de los mejores científicos peruanos del siglo XIX. Era polifacético, como muchos de la época. Se dedicó a la geología, la mineralogía, la química y también a la arqueología, formándose principalmente en Francia, donde conoció entre otros científicos a Louis Joseph Gay-Lussac y a Alexander von Humboldt.
El conocimiento de Humboldt fue un elemento clave en el destino de Rivero, ya que el alemán había recibido una carta de Simón Bolívar en la que este le pedía asesoramiento para formar una misión científica que investigara los recursos naturales de la nueva República de la Gran Colombia y creara una escuela de minería y un museo de historia natural. Humboldt recomen1dó a Rivero, formando también parte de la comisión el químico y mineralogista francés Jean-Baptiste Boussingault.
Ambos publicaron una Memoria sobre diferentes masas de hierro encontradas en la Cordillera Oriental de los Andes en la que presenta unos análisis químicos de diferentes tipos de mineral de hierro que encontraron en el pueblo de Santa Rosa y en las salinas de Zipaquirá, en Colombia. El artículo fue publicado en 1823 en “Bogotá, Imprenta de la República, por Nicomedes Lora” y está incluido en una compilación de la obra de Rivero llamada “Colección de Memorias científicas, agrícolas e industriales etc…” publicada en 1857, el mismo año en que el científico peruano murió en París.
La Memoria

En la memoria explican que “llegando a Santa Rosa, pueblo situado en el camino entre Pamplona y Bogotá, supimos que se había encontrado una mina de hierro en las cercanías y que un pedazo de este mineral servía de yunque en casa de un herrero”. La pieza había sido encontrada cerca de Santa Rosa “el sábado santo del año de 1810 por Cecilia Corredor”. Del pueblo dan su posición: “latitud norte de 5º 40’ y 75º 40’ de longitud W de París, elevada sobre el nivel del mar 2744 metros”.
Observaron que la pieza era “cavernosa, de forma irregular, presentando los caracteres de un hierro meteórico”, recordando que otras piezas semejantes a aquella “se han encontrado en el Tucumán, provincia de Buenos Aires, en México y también en Siberia, donde se ha hallado una célebre que es conocida con el nombre de hierro de Palas”. Ellos mismos encontraron varios ejemplares dispersos en las cercanías de Santa Rosa.

Análisis químico
Decidieron analizar químicamente varias muestras. Empezaron por una que pesaba “75 miriagramos”, aclarando que “1 miriagramo pesa 21 libras, 11 onzas, 12 adarmes y 3 granos de Castilla”.

Como se ve, se trataba de hierro aleado con níquel. Después analizaron otras muestras de parecida composición. En una de ellas les quedó un residuo “indisoluble en el ácido nítrico [que] es con dificultad atacado por el ácido nitro-muriático aun cuando sea por la ebullición”, deduciendo que podría tratarse de óxido de cromo (el ácido “nitro-muriático” del que hablan se entiende que es una mezcla de nítrico y clorhídrico).

En las salinas de Zipaquirá
Aparte de estas investigaciones con el mineral de Santa Rosa, en el informe incluyen otras hechas con ejemplares de hierro encontrados en las famosas salinas de Zipaquirá, lugar donde se halla la famosa Catedral de la Sal, a pocos kilómetros de Bogotá.

Así explican el procedimiento que emplearon y los resultados que obtuvieron:
