Estos poemas de Gerardo Diego dedicados a pueblos de la Sierra de Cádiz aparecen en so obra El Jándalo (Sevilla y Cádiz) (1959) (en otro lugar he hablado de las circunstancias que dieron lugar a esta obra y he presentado un poema que dedicó a Ubrique).
Alcalá de los Gazules
(El poema se refiere a Nuestra Señora de los Santos, patrona de la localidad).
Sanctus, Sanctus, Sanctus.
Alcalá de los Gazules.
En el camarín de la Virgen,
qué bonita.
Golondrina ermitaña,
tuya es la ermita.
Sanctus, Sanctus, Sanctus.
Alcalá de los Deslumbres.
Pirámide de blancura.
Adiós.
Alcalá de la ovación.
Arcos de la Frontera
(Gerardo Diego homenajea a varios escritores arcenses: los hermanos José y Jesús de las Cuevas, los también hermanos Carlos y Antonio Murciano e Higinio Capote).
Que haya dos Arcos gemelos
en la tierra y en el cielo
no es extraño.
¿Pruebas?
Quieto. En un decir Jesús
se duplicó Pepe Cuevas.
Y a un verso le llaman Carlos
o Antonio para enzarzarlos.
Cuevas y Murcianos cantan
a dúo o a solo.
Qué bien.
Y hay un Capote heredado
de ola en ola.
Arcos, ciudad argensola.
El Gastor y Villaluenga
(Se refiere al bandolero José Pelagio Hinojosa Cobacho, alias José María El Tempranillo, que estuvo ligado a El Gastor. El dibujo se lo hizo el artista inglés John Frederick Lewis).
De El Gastor a Villaluenga
–tan temprano–
cabalga José María.
Del resonar de los cascos
el caballo se engreía
–¡Jaqueto!–
La tiemblan hasta las víboras
de toda la serranía.
Ya se ha despertado el águila.
No le tiembles tú, lucero.
Amanecía.
Setenil de las Bodegas
Ay, Setenil, Setenil
escondido en un pliegue y sin repulgo.
Ángel blanco caído
pensando en un vuelo de estuco.
Setenil de las cuevas
donde el cielo es de roca
y el silencio, de sueño de piqueta.
Setenil, topo de luz,
nutria en lecho de anís y almoraduj.
Setenil entre mil,
delirio de albañil,
único Setenil de los libros con firma,
consuelo y limbo del divino Orfeo.
Reine en olvido y paz
benigna Proserpina.
