lunes, 2 octubre 2023

Por una historia de la química española e iberoamericana

Al azar

En los planes de estudio de las licenciaturas o grados de Químicas de las universidades españolas e iberoamericanas la presencia de la historia de esta disciplina es escasa, a pesar de su reconocido valor pedagógico. Por otro lado, cuando se abordan temas de historia de la Química apenas se trata de nuestra historia, quizá por la desagradable razón de que nuestras contribuciones son menores que las de otros países de más tradición científica.

Sin embargo, no son desdeñables. España es uno de los países que más elementos químicos ha descubierto (tres; uno de ellos entre España y México). Además, en sus laboratorios Proust dedujo una de las leyes fundamentales de la Química (la de las proporciones definidas) y el país ha dado al mundo químicos de la talla de Enrique MolesFrancisco Carbonell Mateo Orfila. Por su lado, Iberoamérica –Latinoamérica, si se prefiere– cuenta con dos premios Nobel de Química (Leloir por Argentina y Molina por México).

De los elementos químicos aludidos, uno es el platino, que Antonio de Ulloa, al verlo en Esmeraldas (Ecuador), identificó como aún no catalogado por la ciencia occidental. Otro de ellos, el vanadio, lo descubrió Andrés Manuel del Río en unos minerales procedentes del actual estado mexicano de Hidalgo. (Fue en 1801, cuando México y España eran el mismo país). Pero un francés dijo que ese elemento no era nuevo y nos lo tragamos (algo típico de nuestro tímido carácter científico), por lo que actualmente se reconoce a Andrés del Río solo como codescubridor (junto al sueco Nils Gabriel Sefström). El tercer elemento “español” es el wolframio, de los hermanos Elhuyar (elemento que por influencia inglesa también se denomina tungsteno).

En fin, que historia tenemos, y por eso tenemos que valorarla y enseñarla en nuestros centros de enseñanza superior.

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