lunes, 11 diciembre 2023

La alquimia árabe y sus orígenes

Al azar

Sandra El Hadad Moreno »

En historias, películas y sobre todo en célebres libros observamos la influencia de la alquimia en nuestra cultura. No todos saben que la alquimia es la madre de nuestra química moderna. En la historia empezó como disciplina filosófica combinando diferentes elementos de la física, química, metalurgia y hasta del misticismo. Como consecuencia, las industrias químicas y metalurgias actuales utilizan sustancias, herramientas y procesos de la alquimia antigua para formar la base de sus pilares.

Abarcando cerca de cuatro milenios, la alquimia comprende diferentes tradiciones filosóficas. En este sentido podemos considerar dos grandes ramas: la alquimia china, relacionada con el taoísmo y a la que se le atribuye el invento de la pólvora, y la alquimia occidental, que tuvo origen en el antiguo Egipto y llego finalmente a Europa, cuyo sistema filosófico quedo relacionado con las principales religiones.

Como su origen indica, la alquimia fue un aspecto de la religión del antiguo Egipto junto con la magia y la medicina. Por ello se muestra al propio faraón Keops como alquimista e incluso como autor del primer tratado de la alquimia. Fueron muchos los avances en el entorno de la alquimia, como el yeso, el vidrio, el papiro y numerosos cosméticos, pero el más destacado fue una reacción química implicada en el óxido de calcio.

Para los antiguos egipcios el fundador de la alquimia fue el dios Tot, dios de la sabiduría. Se le atribuye la Tabla de Esmeralda o Hermética de Hermes Trismegisto que quedó recogida en los llamados cuarenta y dos Libros del Saber, incluyendo la disciplina de la alquimia. Tanto para los árabes como para los griegos significó el inicio de la práctica alquimista. En la Tabla Esmeralda parece que se alude a la destilación de oxigeno (elemento descubierto por Carl Wilhelm Scheele en 1773) a partir de salitre, una mezcla de nitrato de sodio y nitrato de potasio.

Tras la conquista del Imperio Persa los griegos identificaron a Tot como su propio Hermes adoptando conocimientos egipcios y a su vez una dosis de misticismo. 

En la época griega la alquimia era conocida como χυμεία (jimía, pronunciado en griego moderno). De ahí proviene la palabra árabe-hispánica alkímya, que en castellano evolucionó a alquimia. Los practicantes de la jimía no eran considerados científicos sino seres oscuros como magos y hechiceros, lo que les llevo a redactar sus escritos con símbolos misteriosos. El primer greco-egipcio, Bolos de Mendes, más conocido como Pseudo-Demócrito, se dedicó particularmente a las transformaciones de un metal a otro sobre todo con el fin de obtener oro  (por ejemplo, de plomo a oro).

Este hecho condujo a que muchos de los primeros “químicos”  quisieran dedicarse a la obtención de oro. Es posible alear cobre y zinc y obtener latón cuyo color es parecido al oro, por lo que en realidad era normal que se considerase este procedimiento como una forma barata de obtener oro. A pesar del esfuerzo de Zósimo, un tratadista egipcio, de escribir una enciclopedia de veintiocho volúmenes con el saber de la jimía, poco sirvió, ya que el emperador romano Diocleciano ordenó la quema de todo manuscrito sobre la disciplina. Temía que la economía del imperio disminuyera por culpa de la obtención del conocido “oro barato”. A partir de entonces la disciplina de la jimía cayó en declive.

Alquimia árabe

Tras las conquistas de los árabes, el foco de desarrollo alquímico se traslado al mundo islámico siendo uno de los hechos más importantes en el desarrollo de la alkímya. Los pensadores que huían de Alejandría, como la secta de los nestorianos, fueron rescatados y acogidos por el imperio islámico llevando consigo el pensamiento griego reflejado en numerosos libros de alquimia.

La principal contribución de los árabes a la alkímya fue disminuir su parte mística centrándose más en la parte experimental. Esto se debió a la idea de ciencia que el árabe tenia pues para él la naturaleza era observada como una realidad de gran variedad y no como una idea filosófica. Los árabes fundaron la Farmacopea en Arabia, hecho que potenció la producción de notables avances alquímicos como la obra alquimista de Abu Musa Jabir al-Sufí (720- 812), cuyo sombre se latinizó como Geber en Occidente.

Los conocimientos de Geber se basaban en ideas aristotélicas como el principio de las cualidades que propone que todos los materiales tenían naturaleza y la tarea de los alquimistas era determinar la proporción de la naturaleza pura de las sustancias, prepararlas y recombinarlas para obtener los productos deseados. También aplicaba la destilación a materiales de origen animal. Cuando las sustancias se calientan vio que casi todas producían gases, líquidos y cenizas, materiales que se podían separaban y posteriormente se destilaban con el objetivo de obtener la naturaleza pura del elemento. Geber utilizaba un “elixir” a base de productos animales para ayudarse en la conversión de un metal cualquiera en oro.

Las teorías de Geber sobre la alquimia tendían a clasificar las sustancias en función de sus propiedades físicas, lo que muestra con claridad un pensamiento que parece haber sido una característica fundamental de los pensadores árabes. Geber consideraba al mercurio el metal por excelencia y al azufre como primer combustible. Por eso llego a pensar que los diferentes metales estaban formados por proporciones diferentes de mercurio y azufre. En sus escritos también queda reflejada la destilación del vinagre para obtener acido acético, describió el cloruro de amonio y enseño a preparar albayalde (carbonato de plomo).

Abu Bakr Muhammed Ibn Zakariya Al-Rhazi (850-925), cuyo nombre se latinizó como Rhazés y Rasís es considerado seguidor de Geber. Escribió varios libros; entre ellos el más importante es el Secreto de los Secretos (Kitab Sirr al Asrar). La clasificación de las sustancias que encontramos en el libro de Rasís propone, entre otras cosas, que los cuerpos metálicos son aquellas sustancias fusibles que pueden ser martilleadas. Este alquimista rechazó por completo la intervención mística en la ciencia. Sus ideales tuvieron mucha influencia en los alquimistas posteriores y sus descripciones de métodos y aparatos fueron aplicadas en la alquimia. Un importante avance en la medicina, fue el empleo por Rasís del yeso (sulfato de calcio) para inmovilizar huesos fracturados. Además se le atribuye el descubrimiento del antimonio metálico. Se puede decir que los trabajos de Rasís dieron lugar a los aspectos médicos de la alquimia, que continuaron con el persa Abu Ali Al-Hussaín Ibn Sena (Avicena, 979 – 1037).

Avicena es considerado el médico más importante entre el Imperio romano y los orígenes de la ciencia moderna. Los árabes lo toman por el científico más importante que tuvo el islam. En unas de sus obras, El Libro de las Curaciones, explica la formación de los minerales que se clasifica en piedras, sustancias y sales, y la preparación de sustancias para combatir enfermedades. Un hecho de gran importancia en el avance hacia la química respecto a Avicena fue su rechazo de la teoría alquimista de utilizar elixires en metales para conseguir oro. Según él, para que la transmutación fuese posible el metal tenía que ser quebrado en sus constituyentes más íntimos y posteriormente ser ensamblado.

Después de Avicena, la invasión mongola devastó la mayoría de las ciudades árabes y destruyo sus bibliotecas y escuelas. Sería el ocaso del mundo árabe poniendo fin a la época de esplendor de su intelectualismo. Sin embargo, el conocimiento árabe llegaría a Europa y finalmente en su transcurro por la época moderna, la alkímya evolucionó a nuestra química actual.


Bibliografía

  • Isaac Asimov: Breve historia de la química
  • Wikipedia:  “Alquimia”
  • Edmund Brehm: Roger Bacon´s place in the history of Alchemy
  • Teresa de la Selva: De la alquimia a la química
  • Hamed Ead: Influence on the historical development of medicine
  • Hamed Ead: Alchemy in Islamic time

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