En algunos lagos creados sobre cráteres volcánicos los gases disueltos en las aguas profundas, y especialmente el dióxido de carbono, pueden representar un grave peligro cuando se alcanzan concentraciones extremas. Es lo que se llama erupción límnica. Este tipo de fenómeno consiste en la salida del lago de grandes concentraciones de CO2, gas que, al tener más densidad del aire, tiende a acumularse en las depresiones del terreno, asfixiando a la fauna, al ganado y a los seres humanos.
Según se cree, este tipo de erupciones la desencadenan los deslizamientos de tierra, los terremotos, la actividad volcánica o cierto tipo de explosiones geológicas. El riesgo de una erupción límnica es mayor si, además de que la concentración de CO2 es alta, el lago es muy profundo y su fondo es frío pero cerca hay áreas de actividad volcánica. Además, el lago debe estar estratificado y ser estable.
Se ha pensado que la causa de que se produzcan estas repentinas salidas de gas puede ser la misma que hace que salga el CO2 de una bebida carbónica: la disminución de la presión. El CO2 es muy soluble en agua, pero su solubilidad depende mucho de la presión, además de la temperatura. Cuando se abre una botella de bebida carbónica disminuye la presión en su interior (para igualarse a la presión atmosférica) y el CO2 sale en forma de burbujas. Lo mismo sucede si la bebida se calienta. En el caso de los lagos, en el fondo la presión es muy alta, por lo que allí la concentración que puede alcanzar el CO2 puede ser muy grande. Si el fondo del lago es frío, la concentración del gas tiende a ser mayor aún. Cualquier desencadenante que altere el estado natural del lago puede provocar el ascenso de parte de las aguas saturadas hacia la superficie el lago, donde la presión es insuficiente para mantener al CO2 en la solución. Se empiezan a formar burbujas y una columna de gas sobre la superficie del agua. Además, el agua del fondo de la columna asciende por succión, perdiendo su CO2.
Las dos erupciones límnicas
En realidad, este fenómeno, que no es propiamente volcánico aunque está muy relacionado con él, solo ha ocurrido que se sepa científicamente veces, ambas en lagos de Camerún y con solo dos años de diferencia. La primera vez fue en el lago Monoun de Camerún en 1984. Murieron asfixiadas 37 personas; la segunda, en el vecino lago Nyos en 1986, muriendo más de 1700 personas. Esta segunda erupción es mucho mejor conocida y se ha estimado que el lago liberó más de 80 millones de metros cúbicos de CO2. Desde 2001, el riesgo de gas en el lago Nyos se ha mitigado mediante la desgasificación artificial, si bien el lago continúa siendo abastecido por CO2, casi con toda seguridad de origen volcánico, ya que el lago está en el cráter de un volcán. En 2011 se mejoró la desgasificación con dos tubos adicionales.
Los científicos consideran que el lago Kivu, entre Ruanda y la República Democrática del Congo, y que contiene grandes cantidades de CO2 disuelto, también es susceptible de sufrir este tipo de fenómenos. De hecho, se especula con que allí sucede un evento de este tipo cada mil años.
Hay otros lagos en los que se han detectado presiones extremas de gas y se ha evaluado su peligro para la población local. Son, por ejemplo, el lago Vollert-Sued (Alemania), o los lagos italianos de Monticchio Piccolo y Albano. Estos lagos son meromícticos, es decir, sus aguas de las capas profundas no se mezclan nunca con las capas superficiales.
En España
En España se ha comprobado que un lago artificial que se ha formado por las aguas ácidas producidas por la antigua actividad de la mina de las Herrerías, cerca de la Puebla de Guzmán (Huelva) tiene una altísima concentración de CO2 (se han estimado 80.000 m³) en la capa inferior del lago. El gas se ha formado por disolución de carbonato (calcita y dolomita) durante décadas de interacción del agua ácida con las rocas de la corta minera y los pozos y túneles asociados.
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Imagen de cabecera: Revista Muy Interesante