sábado, 20 diciembre 2025

Batalla de Caransebeș: el fuego amigo más tonto

La Batalla de Caransebeș (Rumanía), ocurrida durante la noche del 21 al 22 de septiembre de 1788, es uno de los incidentes de fuego amigo más notables y absurdos de la historia militar. Sucedió en el contexto de la Guerra Austro-Turca de 1787-1791, y es recordada por la confusión y el pánico que llevaron a las tropas austriacas a dispararse entre sí, causando numerosas bajas.

El ejército austriaco, compuesto por unos 100 000 soldados de diversas etnias y regiones, se encontraba acampado cerca de la ciudad de Caransebeș, en la actual Rumanía. La vanguardia, un contingente de húsares, cruzó el río Timiș en busca de fuerzas otomanas. No encontraron enemigos, pero sí se toparon con unos gitanos rumanos que les ofrecieron venderles aguardiente. Los húsares, cansados y deseosos de relajarse, compraron el alcohol y comenzaron a beber.

Defendiendo el alcohol a tiros

Poco después, un grupo de infantería también cruzó el río y, al ver la fiesta, exigieron una parte del alcohol. Los húsares, ya ebrios, se negaron y levantaron barricadas alrededor de los barriles. La situación se agravó rápidamente, y un soldado disparó su arma. Esto desencadenó un combate entre los dos grupos.

En medio del caos, algunos soldados rumanos comenzaron a gritar «¡Turcos! ¡Turcos!», lo que hizo que los húsares y la infantería pensaran que estaban siendo atacados por el enemigo. Esto provocó una estampida, y la confusión se extendió al resto del campamento. La diversidad lingüística del ejército, que incluía austríacos, rumanos, serbios, croatas, italianos y otros, complicó aún más la situación. Los intentos de los oficiales por restaurar el orden gritando «¡Halt! ¡Halt!» fueron malinterpretados como «¡Alá! ¡Alá!» por los soldados que no hablaban alemán, aumentando el pánico.

Fuego amigo

La situación se deterioró aún más cuando el general de artillería Colloredo, al ver a los húsares huyendo, pensó que se trataba de una carga de caballería otomana y ordenó abrir fuego con la artillería. El campamento entero se despertó al sonido de la batalla, y la confusión y el miedo hicieron imposible restaurar el orden. El propio emperador, José II, se vio envuelto en el incidente.

Dos días después, el ejército otomano llegó y encontró la ciudad de Caransebeș llena de soldados austriacos muertos y heridos. La toma de la ciudad fue fácil para los otomanos, que se beneficiaron enormemente de la desorganización del enemigo.

Determinar las bajas exactas de este incidente es difícil. Las pérdidas no se distinguen claramente entre las causadas por el fuego amigo, las provocadas por los otomanos o las resultantes de saqueos. Se ha informado que la retaguardia austriaca sufrió 150 bajas, mientras que otras fuentes mencionan que 1000 hombres heridos fueron llevados a la fortaleza de Arad. También se perdieron tres cañones y el cofre con la paga del ejército. Algunos relatos exagerados, como el del autor Paul Bernard, afirmaron que hubo 10 000 bajas, númemro no son corroborado por los archivos de guerra austriacos.

La batalla de Caransebeș sigue siendo un ejemplo extremo de caos militar y mala comunicación en el campo de batalla, y destaca cómo la confusión y el pánico pueden tener consecuencias desastrosas, incluso en un ejército bien organizado.

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