En el marco del renovado interés por los psicodélicos como herramientas terapéuticas, el caso de la molécula 5-MeO-DMT (5-metoxi-N,N-dimetiltriptamina) —conocida como “la molécula de Dios” por su intensa capacidad disociativa— ofrece un ejemplo revelador del conflicto entre ciencia, ética y mercado. A medida que empresas como Beckley Psytech y GH Research avanzan en la carrera por desarrollar tratamientos con este potente compuesto, emergen tensiones profundas sobre cómo integrar sustancias de acción extrema en los marcos clínicos convencionales.
5-MeO-DMT, un triptamina natural presente en secreciones del sapo Incilius alvarius y también sintetizable en laboratorio, actúa en segundos tras ser inhalado y produce estados de disolución del ego difíciles de describir. Aunque su acción dura apenas 15 a 30 minutos, sus efectos subjetivos pueden ser intensamente disruptivos. A diferencia de la psilocibina o el LSD, cuya duración facilita procesos de contención terapéutica durante el viaje, el carácter abrupto del 5-MeO-DMT ha obligado a replantear enfoques clínicos y éticos.
GH Research, liderada por inversores sin experiencia previa en psicodélicos, ha sido criticada por su enfoque minimalista en cuanto a soporte terapéutico. En sus ensayos de fase I y II, no se exigió integración psicológica previa ni posterior a la administración de la sustancia, y el apoyo clínico durante la experiencia fue limitado. El argumento, defendido por algunos ejecutivos y asesores científicos, era que se trataba de una intervención breve con poca necesidad de acompañamiento. Sin embargo, testimonios de investigadores involucrados en los ensayos —como Johannes Reckweg— sugieren que varios participantes mostraron comportamientos de alta intensidad fisiológica y emocional, comparables a convulsiones o estados de trance, lo que cuestiona la adecuación de ese enfoque.
En contraste, Beckley Psytech, fundada por Amanda Feilding, adoptó un protocolo con una estructura más tradicional en psicoterapia asistida por psicodélicos: preparación previa, acompañamiento por un terapeuta entrenado y sesiones de integración posteriores. Aun así, voces críticas señalaron que la formación de sus terapeutas fue breve y virtual, y algunos expertos externos acusaron a la empresa de apropiarse del conocimiento acumulado por comunidades psicodélicas sin reconocer ni retribuir su contribución.
Pese a estos conflictos metodológicos, ambos programas clínicos arrojaron resultados preliminares prometedores. GH reportó tasas de remisión del 80 % en pacientes con depresión resistente tras varias dosis. Beckley, por su parte, mostró mejoras significativas tras una sola dosis, con 55 % de remisión a un mes. Sin embargo, el diseño de los ensayos, el tamaño de las muestras y el seguimiento limitado de efectos adversos plantean serias dudas sobre la generalización de los resultados. Investigadores externos han denunciado casos de pacientes con secuelas psicológicas no documentadas oficialmente, lo que reaviva el debate sobre la subestimación de riesgos en ensayos con psicodélicos extremos.
Además, el conflicto ha adquirido una dimensión económica y legal. GH obtuvo en Europa una patente de amplio alcance sobre la administración intranasal de 5-MeO-DMT, amenazando la viabilidad de la vía que Beckley utilizaba en sus ensayos. Esta guerra de patentes, basada en conocimientos ya existentes en el uso underground de psicodélicos, ha sido criticada por varios actores como una forma de apropiación indebida del saber colectivo.
A la par de estas dinámicas corporativas, otros enfoques como el del Usona Institute —que desarrolla ensayos con psicodélicos sin fines de lucro y sin intención de patentar— representan un intento de mantener vivo el espíritu colaborativo y humanista que marcó la investigación psicodélica en sus orígenes.
La muerte de Amanda Feilding en 2025, seguida de la probable adquisición total de Beckley por parte de atai Life Sciences, marca un punto de inflexión. Mientras GH avanza en sus fases clínicas con grandes rondas de inversión, la comunidad científica se enfrenta a una pregunta crucial: ¿puede una sustancia con un potencial tan disruptivo ser verdaderamente domesticada por el modelo biomédico y el mercado farmacéutico, sin desvirtuar su esencia?
El caso del 5-MeO-DMT ilustra con crudeza la dificultad de armonizar innovación terapéutica, integridad científica y respeto por los saberes ancestrales en el contexto de una biomedicina cada vez más colonizada por intereses corporativos.
Fuente: Kimon de Greef, Intelligencer.

