viernes, 19 diciembre 2025

Historia de la vainilla: del México prehispánico a las plantaciones del Índico

Jay Cheshes escribe en el magacín de la Fundación Smithsoniana de Estados Unidos la interesante historia de la vainilla, una especie vegetal que despierta recuerdos sensoriales con su aroma cálido y dulce que impregna postres, perfumes y bebidas. Pero detrás de su fragancia se esconde una historia compleja, ligada al colonialismo, a la botánica y a una figura poco reconocida: Edmond Albius, un niño esclavizado que cambió el rumbo del comercio global.

Originaria de México

La vainilla es el fruto de una orquídea tropical originaria de México, donde las abejas meliponas eran sus polinizadoras naturales. Los aztecas ya la consideraban sagrada y la mezclaban con cacao para preparar el “chocolatl”, una bebida amarga que entusiasmó a los conquistadores españoles. Al llegar a Europa, la vainilla se convirtió en un ingrediente codiciado entre la aristocracia, especialmente en mezclas con leche, azúcar y chocolate.

Sin embargo, cuando los europeos intentaron cultivar vainilla fuera de México, se enfrentaron a un obstáculo inesperado: sin sus polinizadores naturales, las flores no producían frutos. Y, aunque la vainilla planifolia fue introducida en varias colonias tropicales, no florecía comercialmente.

La técnica de Edmond

Todo cambió en 1841 en la isla francesa de Reunión, en el océano Índico, gracias a Edmond, un niño esclavizado de 12 años. En la plantación Bellevue, observó cómo estaban estructuradas las flores de vainilla y tuvo una idea revolucionaria: levantar con una astilla el rostellum (la membrana que separa los órganos sexuales de la flor) y unir manualmente el estigma con la antera. Ese sencillo truco permitió, por primera vez fuera de México, obtener vainilla cultivada. El método, conocido como “le geste d’Edmond”, sigue siendo la base de la polinización manual que hoy se realiza en todo el mundo.

Primer productor mundial

Gracias a este descubrimiento, Reunión se convirtió en la principal productora mundial de vainilla durante la segunda mitad del siglo XIX. Sin embargo, la producción se trasladó pronto a Madagascar, donde los costos eran menores y el clima ideal. Hoy, el 80 % de la vainilla del mundo proviene de Madagascar.

La historia de Edmond

La historia de Edmond es trágica. Aunque su amo, el botánico Ferréol Bellier-Beaumont, lo presentó como el autor de la técnica y lo llevó en demostraciones por la isla, nunca le otorgó la libertad. Edmond fue liberado solo tras la abolición de la esclavitud en 1848 y adoptó entonces el apellido Albius. A pesar de su invención, vivió en la pobreza y murió olvidado en un hospital público en 1880.

Hoy, en Réunion, su figura ha sido rescatada: hay calles y escuelas con su nombre, y se lo reconoce como el verdadero padre del cultivo moderno de vainilla. Aun así, la industria en la isla ha decaído. De miles de productores en el siglo XX, quedan unos 150 cultivadores que venden localmente como producto de lujo.

Renacimiento artesano

Uno de ellos, Bertrand Côme, lidera un renacimiento artesanal en la plantación La Vanilleraie, donde promueve la idea de una vainilla con terroir, como el vino. Estudia las moléculas aromáticas de vainillas cultivadas en diferentes territorios franceses, convencido de que el suelo y el clima influyen en su sabor. “La vainilla tiene 180 compuestos aromáticos distintos. El más importante es la vanilina (4-hidroxi-3-metoxibenzaldehido), pero son los otros los que dan su carácter único”, afirma.

La historia de la vainilla es, pues, una historia de saberes indígenas, esclavitud, resistencia botánica y globalización temprana en cuyo centro brilla la figura del niño Edmond Albius.

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