En la última década, el desarrollo de la tecnología de ADN ha permitido a los científicos y genealogistas trazar conexiones que antes parecían imposibles. Este avance ha llevado a descubrimientos sorprendentes, como los realizados por Janice Sellers, una genealogista profesional estadounidense que ha estudiado en profundidad la historia de su familia.
En 2016, Sellers descubrió a través de pruebas genéticas que su abuelo no estaba biológicamente relacionado con su supuesto padre. En 2022, otro descubrimiento la sorprendió aún más: estaba relacionada con una mujer que murió hace al menos 600 años y fue enterrada en un cementerio judío medieval en Erfurt, Alemania.
Este tipo de descubrimientos se ha vuelto más común a medida que los científicos generan más datos genómicos de individuos antiguos, muchos de los cuales vivieron hace cientos o miles de años. La mayoría de estos datos pertenecen a personas que vivieron tanto tiempo atrás que es difícil establecer vínculos significativos con individuos modernos. Sin embargo, ahora es posible encontrar conexiones con figuras históricas conocidas o con comunidades cuyos registros históricos han sido borrados u ocultos.
Avances en la genética antigua
Uno de los principales avances en este campo ha sido la identificación de segmentos de ADN idénticos por descendencia (SID) entre individuos antiguos y modernos. Son secciones de la secuencia de ADN que son idénticas en dos o más personas, lo que indica que el segmento fue heredado de un ancestro común y los dos individuos están de alguna manera relacionados a través de ese ancestro. Por tanto, estos segmentos permiten establecer relaciones genealógicas, aunque los resultados pueden ser confusos para los consumidores que se someten a pruebas genéticas y reciben información sobre su relación con individuos de hace cientos o miles de años. El segmento de ADN que Sellers y la mujer de Erfurt comparten es un ejemplo de un segmento de ADN idéntico por descendencia que abarca millones de bases de ADN en el cromosoma 11.
Los científicos distinguen entre ancestros genealógicos (todos los individuos en un árbol genealógico) y ancestros genéticos (el subconjunto de individuos con los que una persona comparte tramos de ADN). A medida que se retrocede en el tiempo, el número potencial de ancestros genealógicos se duplica con cada generación, pero no todos estos ancestros dejan un rastro genético en sus descendientes.

Relevancia de los vínculos genéticos antiguos
Algunos de los primeros esfuerzos para vincular genomas antiguos y modernos mediante segmentos SID han sido en lo que se conoce como «genómica de celebridades». Estos estudios han intentado autenticar restos de individuos famosos o confirmar relaciones genealógicas, con resultados mixtos. Un estudio exitoso se llevó a cabo con el líder Sioux-Lakota Tatanka Iyotake, conocido como Toro Sentado. En 2007, un equipo confirmó la relación genealógica entre Toro Sentado y su supuesto bisnieto Ernie LaPointe mediante el análisis de segmentos SID. Este vínculo ha permitido a la familia de LaPointe avanzar en sus esfuerzos para trasladar los restos de Toro Sentado a un lugar más relevante culturalmente.
Implicaciones y ética en la investigación de ADN antiguo
El uso de ADN antiguo para conectar a individuos modernos con sus antepasados plantea preguntas éticas. Por ejemplo, en un proyecto reciente en EE. UU., los científicos utilizaron la tecnología SID para identificar a los familiares vivos de 27 individuos enterrados en un cementerio vinculado a Catoctin Furnace, una fundición de hierro que operó entre 1776 y 1903. Hasta 1850, la fundición dependía principalmente del trabajo de americanos de origen africano esclavizados y libres. Los restos fueron excavados en la década de 1970 y almacenados en el Instituto Smithsoniano en Washington DC.
El estudio reveló vínculos genéticos entre personas modernas y los individuos enterrados en Catoctin Furnace. Los descubrimientos han proporcionado información sobre las migraciones y el origen de los trabajadores esclavizados en la fundición, con conexiones genéticas más fuertes con regiones como Senegal, Gambia, Angola y la República Democrática del Congo. Sin embargo, algunos científicos cuestionan si este tipo de investigación realmente beneficia a los descendientes vivos, y si las empresas privadas deberían ser las guardianas de esta información.
El futuro de la genética antigua
A medida que más genomas antiguos se hagan disponibles y más personas se sometan a pruebas genéticas, las conexiones entre el pasado y el presente seguirán creciendo. Por ejemplo, un estudio de 2024 sobre los efectos de la peste negra en Cambridge, Reino Unido, identificó a participantes en el UK Biobank que comparten segmentos SID con individuos que vivieron entre 1550 y 1855. Estas conexiones podrían ofrecer nuevas formas de estudiar la historia y comprender mejor las poblaciones modernas y antiguas.
Sin embargo, es importante manejar estas conexiones con cuidado, tanto en términos de interpretación como de comunicación. A medida que la tecnología avanza y se encuentran más conexiones entre genomas antiguos y modernos, se deberán considerar las implicaciones éticas y las expectativas de las personas que descubren estos vínculos con el pasado. La historia de Janice Sellers y su conexión con la mujer de Erfurt es solo un ejemplo de cómo el ADN antiguo puede ofrecer una visión fascinante del pasado, pero también subraya la importancia de interpretar estos descubrimientos con cautela y respeto.

