viernes, 19 diciembre 2025

Cómo la percepción de nuestra «autocontinuidad» nos hace sentir mejor

Katherine Ellison escribe en Knowable un interesante artículo sobre la autocontinuidad, es decir, la conexión percibida entre las diferentes etapas de la identidad de una persona a lo largo del tiempo y cómo esta influencia nuestras decisiones, bienestar emocional y comportamiento ético. Este concepto de «autocontinuidad» se utiliza ampliamente en psicología. La autora lo contextualiza dentro de investigaciones recientes, ejemplos cotidianos, avances tecnológicos y dilemas existenciales. El concepto psicológico de la autocontinuidad está emergiendo como un factor fundamental para nuestro bienestar emocional, nuestras elecciones éticas y nuestro sentido de propósito.

Definida como el grado de conexión emocional y conceptual que sentimos con nuestras versiones pasada y futura, la autocontinuidad nos proporciona una narrativa de vida coherente. Según Corinna Löckenhoff, gerontóloga de la Universidad de Cornell, esta conexión da dirección, identidad y propósito. Sin embargo, no todos experimentan esta continuidad con igual intensidad.

Las personas que experimentan pobreza, depresión o traumas infantiles tienden a sentirse menos vinculadas con sus futuros yos. Esta desconexión puede traducirse en comportamientos contraproducentes, como la incapacidad de ahorrar o cuidar de la salud. Por el contrario, quienes sienten una mayor continuidad tienden a ser más responsables, éticos y proactivos en la construcción de un futuro favorable.

Hal Hershfield, psicólogo de la Universidad de California, ha dedicado años a investigar cómo la percepción del yo futuro influye en nuestras decisiones. Su investigación reveló que las personas que sienten una fuerte conexión con su yo de dentro de diez años están más dispuestas a hacer sacrificios a corto plazo, como ahorrar dinero o mantener una dieta saludable.

Un experimento emblemático ilustra este punto: cuando se pidió a estudiantes universitarios que visualizaran su yo a los 60 años, mostraron comportamientos más sostenibles en un juego que simulaba la conservación de recursos. Aquellos enfocados en el presente agotaron rápidamente los recursos disponibles.

Tecnología al servicio de la autocontinuidad

El auge de tecnologías como la realidad virtual y la inteligencia artificial ha abierto nuevas posibilidades para reforzar la conexión con nuestro futuro yo. Un programa llamado Future You, desarrollado en el MIT, permite a los usuarios interactuar con simulaciones de su yo de 60 años. Los participantes que usaron esta herramienta experimentaron menor ansiedad y una mayor conexión con su futuro, lo que sugiere un potencial transformador para mejorar la toma de decisiones a largo plazo.

La tecnología permite, pues, una evolución de técnicas más tradicionales, como las cartas a los futuros yos. En Japón, un experimento con estudiantes de secundaria llevó este ejercicio más allá: los jóvenes respondieron a las cartas desde la perspectiva de su futuro imaginado, profundizando en su sentido de continuidad.

Autocontinuidad y ética

La conexión con el yo futuro no solo afecta a las decisiones individuales, sino también las éticas. En un estudio de Hershfield, los participantes con menor autocontinuidad eran más propensos a engañar a otros por ganancias económicas. Por el contrario, quienes sentían un vínculo fuerte con su yo futuro mostraron mayor honestidad y compromiso.

Esta relación entre autocontinuidad y comportamiento ético podría tener implicaciones en áreas como la sostenibilidad ambiental y la responsabilidad corporativa, al motivar acciones conscientes del impacto a largo plazo.

El yo en el ocaso de la vida

La autocontinuidad plantea preguntas profundas sobre identidad y decisiones al final de la vida. Por ejemplo, muchas personas redactan directivas anticipadas pidiendo no recibir tratamientos agresivos en caso de enfermedades como la demencia. Sin embargo, algunas investigaciones sugieren que nuestras percepciones cambian en circunstancias extremas. Pacientes de cáncer, que previamente rechazaban tratamientos hipotéticos, a menudo optan por prolongar la vida una vez que se enfrentan a la enfermedad.

Esto plantea un dilema: ¿debería primar el yo del pasado, que planificó racionalmente, o el yo presente, que experimenta el deseo de seguir viviendo? Hal Hershfield lo describe como una tensión entre «quién es el ‘yo real’ en cada momento del tiempo».

Lecciones del pasado y esperanzas para el futuro

La autocontinuidad no es solo una herramienta psicológica, sino un lente a través del cual podemos comprender nuestras decisiones y su impacto. Desde fomentar la resiliencia emocional hasta inspirar comportamientos éticos, cultivar un sentido de conexión con nuestro yo futuro podría ayudarnos a navegar desafíos individuales y globales con mayor sabiduría.

Al final, como Milan Kundera reflexionó sobre su yo más joven, tal vez la clave no sea solo mirar hacia adelante o hacia atrás, sino aprender a tender puentes entre el pasado, el presente y el futuro, integrando nuestras experiencias en una narrativa coherente y transformadora.

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