Dicen que una publicación francesa de 1893 describía más o menos así, burlescamente, al grupo principal de la composición monumental de la fuente de San Miguel, en París:
Un fontanero semidesnudo tumbado boca abajo busca descubrir el origen de una fuga de agua que ha estallado debajo de él, cuando un chalado disfrazado de ángel de opereta aprovecha su posición para trepar sobre su espalda y, creyendo el ángel que su propio brazo es un violín, intenta tañerlo con una espada. El caballero tumbado levanta la cabeza y mira al ángel con asombro.
Quizá una revista española habría confirmado que el de la espada estaba loco, pero habría interpretado que se estaba rebanando el brazo como si fuera un jamón.
En realidad, lo que se quiso representar en la fuente, situada en el corazón del barrio Latino de París, es, obviamente, a San Miguel Arcángel, que espada en mano está sometiendo al Demonio, como bien se ve en la fotografía que presento, y especialmente en la versión ampliada que muestro más abajo.
La tomé en abril de 2011, con trípode. Desde el primer momento no me gustó el cielo que había, que era el típico colchón de nubes blancas de París por los que imposté las que ahora se ven, que curiosamente las captó mi cámara unos días más tarde a muchos kilómetros de París, creo recordar que en una gasolinera. Nada más verlas decidí incorporarlas a mi colección fotográfica de nubes y en el proceso de edición de la foto las usé porque las encontré más dignas del Apocalipsis. Eso sí, me costó bastante trabajo ponerlas en la fotografía por la existencia de los árboles, pero finalmente encontré el procedimiento. Aparte hice otros tratamientos, como reforzar el colorido de las columnas.
En otra versión de esta imagen coloreé al ángel y al diablo para resaltarlos mejor. Es esta:

La fuente y la Comuna de París
Este monumento fue construido entre 1858 y 1860 por el arquitecto Gabriel Davioud, si bien contribuyeron varios escultores. Cumplió así el encargo del barón Haussmann, que estaba poniendo en práctica el plan de Napoleón III de transformar urbanísticamente París. Se trataba de ocultar una antiestética fachada que había quedado demasiado a la vista como consecuencia de las obras de apertura del bulevar de San Miguel. Porque, efectivamente, y aunque no se ve en la foto, la fuente es realmente uno de los costados de un edificio (de seis plantas). En este grabado de 1860 se puede apreciar mejor el contexto urbanístico de la fuente:

Una década más tarde la fuente se convirtió para la Comuna de París en un símbolo de la política y la sociedad que había que derrocar, por lo que parece ser que los comuneros produjeron daños en el monumento. De hecho, unas águilas de plomo que coronaban el edificio al que estaba adosada la fuente y que representaban de alguna forma al II Imperio parece que desaparecieron en aquel momento. Por otra parte, las fachadas del edificio se convirtieron en paredón improvisado en el que fueron fusilados algunos o muchos comuneros cuyos cadáveres, según se ha llegado a decir, eran arrojados al cercano río Sena.
Este otro grabado corresponde al acto de inauguración el 15 de agosto de 1860. Se aprecia bien la situación de las águilas:
