viernes, 19 diciembre 2025

Algunos pulpos cuidan sus huevos hasta la inanición

La imagen sobre estas líneas consiguió uno de los premios de un importante concurso de microfotografía científica, el Nikon Small World 2024. Sus autores son Thomas Barlow y Connor Gibbons. En un experimento reciente, un pulpo en un tanque de laboratorio cavó un escondite bajo un coral, un comportamiento que despertó la curiosidad de ambos científicos, de la Universidad de Columbia. Al investigar más a fondo, descubrieron que el pulpo estaba protegiendo un grupo de huevos lechosos. La meticulosa atención con la que cuidaba estos huevos fue inmortalizada en la fotografía.

No todos los animales marinos ovíparos ponen huevos y se desentienden. El cuidado parental de los pulpos es un ejemplo extraordinario de dedicación en el reino animal. Este comportamiento, que varía entre especies, refleja una estrategia reproductiva única que asegura la supervivencia de las crías en entornos desafiantes.

En el caso del pulpo de dos manchas del Caribe (Octopus bimaculoides), las hembras dedican entre dos y cuatro meses al cuidado de sus huevos. Durante este periodo, se convierten en guardianas incansables, protegiendo los huevos de depredadores y manteniéndolos limpios. Esta limpieza incluye la eliminación de algas o residuos que puedan comprometer la salud de los embriones. Adicionalmente, las hembras oxigenan los huevos constantemente, creando corrientes de agua con movimientos de sus brazos o sifones para asegurar que reciban suficiente oxígeno.

Sin embargo, algunas especies de pulpos llevan este cuidado a niveles extremos. Los pulpos perlados (Muusoctopus spp.), por ejemplo, han sido observados cuidando sus huevos durante casi 22 meses, un periodo sorprendente que implica una inversión de tiempo y energía sin paralelo. En un caso aún más impresionante, un pulpo de aguas profundas, identificado como Graneledone boreopacifica, estableció un récord al vigilar sus huevos durante 53 meses, casi cuatro años y medio. Este es el periodo de crianza más largo registrado entre los animales, lo que refleja el enorme sacrificio que estas madres realizan por la supervivencia de su descendencia.

Durante este tiempo, la mayoría de las hembras apenas comen o dejan de alimentarse por completo. Este prolongado ayuno, combinado con el esfuerzo constante en el cuidado de los huevos, les cobra un precio muy alto. Muchas madres mueren poco después de que las crías eclosionan, completando un ciclo de vida que prioriza la reproducción y la continuidad de la especie sobre la longevidad individual.

Madre no hay más que una

El compromiso de estas madres pulpo con la supervivencia de sus crías también revela detalles sobre sus entornos. En aguas profundas, donde las temperaturas son frías y los recursos limitados, el desarrollo de los huevos es más lento, lo que explica el prolongado periodo de cuidado que algunas especies deben brindar. Este desafío ambiental subraya la adaptabilidad de los pulpos y su éxito como grupo evolutivo.

Más allá del sacrificio físico, el comportamiento de las hembras también tiene implicaciones ecológicas. Al proteger los huevos hasta que las crías estén listas para sobrevivir por sí mismas, los pulpos aseguran que las próximas generaciones puedan perpetuar la especie en entornos a menudo hostiles. Este nivel de dedicación resulta particularmente impresionante en un animal cuya vida es generalmente corta y cuyo ciclo reproductivo culmina en un único evento de puesta de huevos.

El cuidado parental de los pulpos sigue siendo objeto de estudio, y cada nueva observación aporta información sobre su biología y ecología. Al mismo tiempo, estas historias capturan la imaginación del público, mostrando un lado vulnerable y sorprendente de estos animales, conocidos también por su inteligencia y habilidades para resolver problemas.

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