El neurocientífico cubano Pedro Antonio Valdés Sosa escribió en octubre de 2023 a Xi Jinping, el líder de China, elogiando la colaboración entre ambas naciones en ciencias del cerebro y la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR). Aunque no esperaba respuesta, Xi le contestó destacando que el objetivo final de la IFR es fomentar el desarrollo común entre países amigos. La carta fue leída en la televisión china, y Valdés Sosa se convirtió en una figura destacada en Chengdu, donde dirige un laboratorio.
China ha utilizado la IFR, una iniciativa de 1,3 billones de euros destinada a infraestructura global, para fortalecer lazos en ciencia y tecnología con casi 150 países. Un ejemplo de ello es la creación del Laboratorio Conjunto China-Cuba de Neurotecnología y Comunicación Cerebro-Aparato en la Universidad de Ciencia y Tecnología Electrónica de China (UESTC), inaugurado en diciembre de 2024 y co-dirigido por Valdés Sosa. Esto refleja el interés de China en impulsar la investigación internacional, en contraste con la creciente retirada de EE.UU. de la cooperación científica global.
Valdés Sosa nació en Chicago en 1949, pero su familia se trasladó a La Habana en 1961 tras la llegada de Fidel Castro. A los 16 años, él y su hermano gemelo, también neurocientífico, comenzaron a estudiar medicina en la Universidad de La Habana. Destacaron en matemáticas e informática, lo que llevó a Valdés Sosa a presentar en Riga, Letonia en 1978 un electroencefalograma digital basado en una computadora desarrollada por los hermanos. Su innovación sorprendió a los científicos soviéticos, que tenían una teoría sólida pero computadoras deficientes.
Tras la caída de la Unión Soviética en 1991, los hermanos fundaron el Centro de Neurociencias de Cuba, que desarrolló una prueba para detectar pérdida auditiva en bebés. Valdés Sosa se especializó en EEGs, una tecnología que fue superada por la resonancia magnética funcional. Sin embargo, debido al embargo de EE.UU., Cuba no pudo acceder a estos dispositivos avanzados. En 1993, Valdés Sosa colaboró con Alan Evans de la Universidad McGill para desarrollar algoritmos que mejoraran el análisis de EEGs, logrando mapas cerebrales comparables a imágenes de PET, lo que impresionó a la comunidad científica.
En 2011, Valdés Sosa visitó China, donde conoció a Yao Dezhong, un experto en EEG de UESTC. Más tarde, fue reclutado a través del Programa de los Mil Talentos de China y cofundó el Consorcio Global del Cerebro, una red de científicos en 27 países que busca democratizar la neurociencia. El nuevo laboratorio de la BRI, con unos 100 miembros y co-dirigido por Yao, aplicará inteligencia artificial al estudio de enfermedades neurodegenerativas y creará un repositorio global de datos cerebrales. También permitirá a la colaboración cubano-china acceder a subvenciones chinas y expandirse a Latinoamérica.
A pesar de las tensiones geopolíticas, Valdés Sosa busca alianzas con científicos de EE.UU. y Europa. No obstante, expertos como Peng Gong y Manfred Horvat advierten que el clima político actual dificulta la cooperación, mientras que Evans compara la situación con un complejo ajedrez en cuatro dimensiones.

