jueves, 25 abril 2024

Carlos Elías Pérez: “La Química es la disciplina más vilipendiada por el periodismo, el cine y la televisión”

Al azar

José Joaquín Rodríguez Hevia »

Carlos Elías es una especie de adalid de la Química y, por extensión, de la ciencia en general. Después de licenciarse en Químicas, “la vida” le llevó a “la profesión más bonita que existe”, el periodismo. Así, ejerció de químico y más tarde de periodista; al final, se desvió por el camino de la docencia –dotes no le faltan, dada su capacidad dialéctica, con la que narra sus argumentos como si fueran cuentos o relatos históricos–. Hoy es catedrático de Periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid, pero su lucha, de ahí lo de adalid, parece encaminada a reivindicar las bondades de la ciencia y tratar de descubrir los motivos por los que ésta ha sido progresivamente desmitificada en favor de unos estudios un tanto abstractos llamados “humanidades”.

Precisamente, es eso lo que nos interesaba retratar con esta entrevista. ¿Cómo se percibe la ciencia, y más concretamente la química, en el conjunto de la sociedad? ¿Y cómo ve esa situación un químico periodista que se dedica a enseñar y a relacionar ambas materias? ¿A qué causas lo atribuye, además, un investigador que se dedica a estudiar esta coyuntura? Así lo ve el profesor Elías.

P. ¿Le han ganado la partida, definitivamente, las humanidades a la ciencia? ¿Percibe que la primera rama está mejor valorada que la segunda?

R. Las humanidades han ganado respecto a la impresión social de lo que significa ser culto. En el siglo XVI y XVII la cultura general incluía la música, la historia pero también la astronomía y las matemáticas. Eso se ha perdido. En España hoy en día una persona puede considerarse culta sin saber nada de ciencia, pero se ve intolerable que no sepa de historia o literatura. Eso es muy triste porque solo tiene una parte muy pequeña de la cultura. Las humanidades han perdido mucho al desligarse de la ciencia. En primer lugar, porque no son humanidades: ¿o acaso la astronomía o las matemáticas no son producto de la cultura humana como lo es la pintura o la literatura? Cuando las humanidades se desligan de la ciencia no sirven para resolver ningún problema porque el hombre, como especie, sólo se entiende desde la ciencia natural como base para lo demás. Ya lo decía Aristóteles: primero la física y, después, la metafísica.

P. Usted llama la atención sobre una marcada falta de vocación científica en Occidente y su experiencia personal indica que sabe de qué habla. Se licenció en Química pero, después de unos años vinculado profesionalmente a ella, la dejó de lado para sumergirse de lleno en el periodismo. ¿Atribuye esa ‘huida’ a un cambio vocacional?

R. No exactamente. Muchas veces no programamos la vida. Yo estudié Periodismo porque era una carrera fácil que me permitía hacerla mientras daba clase en el instituto y hacía mi tesis de Química. Lo que quería era sumar los puntos de Periodismo para tener un destino mejor como profesor de instituto. Pero cuando hice prácticas me fascinó la profesión, que no la carrera. Me ofrecieron un contrato en la Agencia Efe (eran otros tiempos) y pedí excedencia. Mientras estudiaba nunca pensé en dedicarme profesionalmente al periodismo. Ahora bien, una vez que entré en los medios, creo que es la profesión más bonita que existe.

P. En su libro La razón estrangulada (2008, Ed. Debate), maneja cifras que hablan de un descarado y “muy preocupante” descenso en el número de estudiantes matriculados en licenciaturas científicas (Matemáticas, Física, Química…), en contraste con el constante crecimiento en las cifras de alumnos en las facultades de Humanidades. ¿A qué achaca ese progresivo desinterés de las nuevas generaciones hacia la ciencia?

R. El periodismo y el cine está muy bien tratado como profesión por los medios de comunicación. Esto hace que la gente idealice estas vocaciones a las que le añade una dosis de glamour que no tiene la ciencia o la filosofía. Por otra parte, en los institutos cada vez más gente estudia el híbrido más fácil de todas las opciones: ciencias sociales. Y ello hace que si no te gusta la economía o el derecho acabes en Periodismo o Comunicación Audiovisual. No puedes hacer ingeniería ni filosofía o latín y los estudios de comunicación son un comodín fácil de estudiar y aprobar, comparados con otras titulaciones.

P. En estos momentos, planea realizar una investigación sobre las razones que llevan a una fuerte caída en los últimos años de la demanda de estudios superiores relacionados con la ciencia. ¿Puede anticiparnos qué conclusiones espera extraer al final de dicha investigación?

R. Como científico prefiero comentar los resultados una vez que los tenga. Sin embargo, nos interesa ver por qué un alumno inteligente y con potencial llega a pensar que estudiar Periodismo o Comunicación Audiovisual es mejor para su futuro profesional que estudiar ciencias o alguna ingeniería, cuando todos los datos señalan que no hay trabajo en comunicación. No nos interesan los que no pueden acceder a las ciencias o las ingenierías porque no tienen aptitudes, sino aquellos que, siendo buenos, se deciden por carreras que no tienen salida y que, además, pueden ejercerse sin la titulación. No hay que olvidar que la media en comunicación es altísima. Es decir, son alumnos buenos que se pueden desaprovechar por no estar bien informados.

P. Como químico que se dedica a enseñar a futuros periodistas (de, por ejemplo, Periodismo Científico), ¿cómo maneja esa información de cara a los alumnos? ¿Qué le diría a uno de ellos que se debata entre estudiar periodismo o matricularse en Química?

R. Claramente que se matricule en Química y haga el master de El País o El Mundo. Química es una carrera muy dura, pero te prepara la mente para investigar a fondo el porqué de las cosas y ese es el futuro del periodismo. El actual director de El País, Javier Moreno, es químico. Si quisiera licenciarse en las dos, le diría también que empezara por Química o que empezara las dos a la vez. Pero nunca primero Periodismo o Comunicación Audiovisual, porque son carreras muy fáciles y poco exigentes y, después, cuesta mucho estudiar una carrera dura.

P. ¿Cree que, en líneas generales, los universitarios españoles gozan de una formación científica previa adecuada?

R. La ciencia es difícil porque para avanzar hay que conocer lo anterior. No se puede aprender química de los complejos de coordinación si antes no se tiene una buena base en inorgánica y orgánica clásica. Y para entender éstas hay que saber mucho de estequiometría o termodinámica. Y para llegar a ellas debe comprenderse muchos conceptos de física y matemáticas. La ciencia es un edificio que, si le falta un ladrillo, se desmorona. Eso no pasa en otras disciplinas que pueden empezarse de cero. Por tanto, teniendo esto en cuenta, la preparación previa es muy importante porque cada día debe ser mayor y vemos que en España es menor. La ciencia es global y no podemos competir con los surcoreanos o los chinos si sus alumnos ya calculan integrales en cuarto de la ESO. Sin embargo, ningún surcoreano va a competir con los españoles en derecho o en historia.

P. Bajo su punto de vista, ¿recibe la ciencia toda la atención y dedicación que merece por parte de las instituciones en Europa y, más particularmente, en España? En otras palabras, ¿está lo suficientemente bien pagada la investigación científica como para que merezca la pena el esfuerzo de dedicarse a ella?

R. En primer lugar, el conocimiento nunca estuvo bien pagado. Galileo no fue rico ni la mayoría de los científicos famosos como Einstein o Madame Curie. El dinero no era lo que los movía: Madame Curie regaló la patente de la radiactividad con la que hubiese sido millonaria porque pensaba que era de toda la humanidad. Y, sin embargo, vivía con penurias económicas. Recientemente el matemático ruso Perelman rechazó un premio de un millón de dólares porque su ciencia “no podía ser prostituida por dinero”. Galdós y Mozart murieron en la indigencia. Ahora muchos escritores y músicos son ricos, pero yo creo que en ciencia no hay millonarios. Sin embargo, hay algo claro: la mayoría de los científicos tiene un sueldo digno, ya sea como profesor de instituto o como profesor de universidad o CSIC. En periodismo, por ejemplo, hay millonarios y otros de su misma generación que se mueren de hambre. De mi promoción de Químicas, no hay nadie en el paro. De la de Periodismo (tres años después) hay muchos. Y otros son famosos (aunque no sé si millonarios). Si hablamos de jóvenes, ¿está bien pagado el periodismo? ¿Y la arquitectura? ¿Y el cine? ¿Y la sociología?

P. Una de las grandes perjudicadas ante la débil coyuntura económica en España ha sido, precisamente, la ciencia. Hasta el punto de que, con el actual equipo de gobierno, ha desparecido el Ministerio de Ciencia e Innovación para pasar a una simple Secretaría de Estado dependiente de la cartera de Economía y Competitividad. ¿No supone esto acaso certificar institucionalmente la estrangulación de la razón científica?

R. Yo creo que las leyes o los ministerios no son lo más importante para la ciencia, sino el espíritu de libertad y de reclutamiento de talento. EEUU no tiene ministerio de ciencia y su ciencia es muy buena. Como sabemos los que nos dedicamos a la comunicación, los nombres de los ministerios, como los libros que lee en verano el presidente de Gobierno, responden a estrategias de marketing y no tanto de ideología. Lo importante es que el gobierno y, sobre todo, las empresas dediquen recursos y apoyen a los científicos brillantes en sus carreras y en sus ideas. La ciencia no necesita reglamentos ni leyes, sino libertad y talento.

P. ¿Qué puede hacer en este punto, entonces, el periodismo por la Química y por la ciencia en general?

R. El periodismo se lleva bien con algunas ciencias como la astronomía. La química tiene mala prensa porque el propio término está desprestigiado. Hay anuncios, como uno de Punset, que venden algo diciendo que es natural o que no tiene química. ¡Como si la química no fuera lo natural! ¿El agua o el aire no son química? ¿Y la hemoglobina? ¿Y el ADN? Pero creo que los periodistas degradan determinadas palabras por su falta de formación científica. Lo mismo sucede con el término transgénico. He escuchado que la empresa Bayer se traslada a China e India porque en Europa no puede investigar transgénicos. ¿Y los perros no son transgénicos? ¿Y las patatas o las vides? La agricultura y la ganadería es la historia de lo transgénico, pero eso no lo ve un periodista porque no tiene formación suficiente.

P. Usted sugiere que el periodista no está capacitado o, si lo prefiere, no ha sido formado suficientemente para explicar la ciencia. ¿Diría que ésa es una de las causas por las que la sociedad se siente cada vez menos interesada por cuestiones científicas?

R. La ciencia es difícil. Euclides le dijo al rey de Persia, cuando éste le pidió que le explicara matemáticas de una forma fácil y amena, “Majestad, no hay caminos reales para las matemáticas”. Es fácil opinar sobre ETA, sobre religión, cine o deportes. Pero para opinar, aunque sea mal, de ciencia y tecnología hay que saber y en la época actual el saber profundo no interesa. El periodismo no ayuda, pero no solo es el periodismo, que cada vez tiene menos repercusión social. Es nuestro modelo del éxito fácil y de una ideología muy extendidos por las facultades de comunicación y los estudios culturales de que la magia es más bonita que la ciencia. Cada vez que veo unos dibujos animados o series y películas juveniles sobre magia, sé que se está perdiendo el futuro de esos jóvenes. Ahí el cine y la televisión sí tienen responsabilidad. De hecho, donde no hay penetración de cine y televisión occidentales, la ciencia tiene más prestigio, como en Cuba, India o China.

P. ¿Considera que se publica suficiente información relacionada con la química para el público general? ¿Goza esta información del rigor que requieren las cuestiones científicas?

R. No. Como digo, la química no sólo es difícil sino que el término no tiene glamour. Es la disciplina más vilipendiada por el periodismo, el cine y la televisión. Lo que no sé es cómo se haría la prensa o las películas sin química. El deporte sin la química de materiales no sería un espectáculo. Sin embargo, solo se habla de dopaje, como si una persona sin dopar no estuviera compuesta también de sustancias químicas. Lo peor no es que se publique poca información sobre química, sino que la que se publica tiene un enfoque –frame, que llamamos nosotros– que es muy negativo para la química y los químicos.

P. ¿Qué opinión le merecen revistas del tipo Muy Interesante o Quo, que hablan de cuestiones científicas desde una perspectiva más ‘llana’ con un lenguaje accesible al público masivo? ¿Se corre el riesgo de caer en cierta frivolización de la ciencia?

R. Creo que son importantes, pero tienen que tener cuidado de no mezclar ciencia con pseudociencia. Yo creo que la ciencia se puede frivolizar siempre que sea ciencia. La frontera está en hacer pasar por ciencia ciertos estudios pseudocientíficos como algunos de psicología o homeopatía, etc. El periodismo nunca puede ser neutral. Si le damos cabida a los científicos y, al mismo tiempo, a los que dicen cosas sin demostrar empíricamente estamos haciendo un flaco favor a la sociedad y, sobre todo, a nuestra profesión: no seríamos periodistas sino charlatanes. No se puede hacer un reportaje con fuentes a favor y en contra de la homeopatía o del cambio climático. Ese es el miedo que me dan algunos programas de divulgación como Redes. En Muy interesante trabajan científicos y en Quo, periodistas. Son buenas, pero se nota la diferencia. A Quo, a veces, se le cuelan temas que no están muy demostrados. Pero apoyo a ambas y me parecen iniciativas que deben mantenerse porque hacen un servicio público pero no cuestan nada al erario.

P. En general, ¿sabe más un químico que un periodista? Antes, ha recurrido a un ilustrativo ejemplo que también menciona en el citado libro. El actual director del diario El País, Javier Moreno, es químico mientras que, parece lógico pensar, que las probabilidades de que se dé el camino inverso son bastante remotas…

R. Bueno, el periodismo –como la historia, la sociología o el derecho– usa un lenguaje literario, que es el que empleamos para comunicarnos diariamente. Por tanto, en cualquier momento podemos aprender derecho, historia o periodismo. Es más, podemos aprender esas disciplinas sin ir a la Universidad: leyendo libros por nuestra cuenta en cualquier momento de nuestra vida. Sin embargo, la química o las matemáticas tienen un lenguaje propio al margen del literario de cada país. Como todas las lenguas hay que aprenderlas de muy joven. Con una determinada edad ya es muy difícil. Por ello, es complicado que un abogado se ponga a estudiar matemáticas o ingeniería. Y lo contrario se da con cierta frecuencia. En un estudio sobre los licenciados en ciencias y letras, se vio que todos habían empezado primero por la de ciencias. La química tiene, además, un problema añadido: no es como las matemáticas que es un lenguaje que, en el mejor de los casos, puedes aprender en libros si eres joven. La química necesita, además de sus libros, de un laboratorio: porque la mayoría de los productos químicos que se usan, por ejemplo, en las prácticas de licenciatura, son peligrosos y no pueden adquirirse en tiendas. Uno no pude tener un laboratorio químico en su casa. Por tanto, solo se aprende en la Universidad. Las prácticas son obligatorias porque nadie te va a dar el control de un laboratorio o una refinería si no está seguro de que no causarás una explosión. Sin embargo, lo peor que puede pasar si un químico publica en un periódico sin saber nada de periodismo es que no guste la noticia. Pero no provoca muertos. Lo mismo sucede en medicina: no puede operar alguien que no ha ensayado mucho en la universidad. Si el químico tiene don para la escritura y se compra algunos libros puede convertirse en periodista. Si le gusta el cine, se compra una cámara y cuelga sus vídeos en Youtube. Lo contrario, efectivamente, es más complicado.

P. ¿Están, pues, el periodismo y la ciencia condenados a desentenderse el uno de la otra?

R. Yo soy positivo. Creo que el periodismo y la ciencia comparten el mismo objetivo: buscar la verdad y hacerla pública. Además, los procesos de verificación de la noticia emulan al método científico. Por tanto, tanto para una como para el otro es bueno que ambos se entiendan.

(Entrevista realizada en Getafe el 25 de enero de 2012)


Carlos Elías, exalumno del IES Mencey Acaymo, dirigiéndose a estudiantes actuales del Centro.

Currículum de Carlos Elías Pérez

Carlos Elías Pérez es catedrático de Periodismo. Se licenció en Químicas y en Ciencias de la Información en la Universidad de La Laguna, donde se doctoró con Premio Extraordinario en Ciencias Sociales con una tesis sobre periodismo científico y persuasión política, elaborada en el gabinete de prensa del CSIC en Madrid. Ha sido becario de programas competitivos como el FPU, CSIC de periodismo científico o movilidad de profesores universitarios del MEC.

Ha trabajado profesionalmente como químico y como periodista. Como químico es profesor de Física y Química de Secundaria (por oposición y en excedencia voluntaria) y co-responsable de la síntesis y caracterización de seis nuevas moléculas, publicando sus resultados, entre otras, en una de las revistas de la Royal Society of Chemistry. También ha coordinado el proyecto educativo y los libros de la nueva asignatura de bachillerato Ciencias para el mundo contemporáneo (McGraw-Hill, 2008, 2009, 2010).

Como periodista ha sido colaborador de El Cultural de ABC, redactor de Política y Local en la Agencia Efe y responsable de ciencia de la sección de Sociedad del diario El Mundo. Parte de ese último trabajo periodístico fue publicado como libro en La ciencia a través del periodismo (Nivola, 2003), siendo de los pocos periodistas de su generación con obra periodística publicada como libro. Estuvo acreditado durante casi cuatro años en el Congreso de los Diputados como periodista parlamentario y colabora habitualmente en distintos medios de comunicación.

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