En Monopolizing Knowledge: The East India Company and Britain’s Second Scientific Revolution (Cambridge University Press, 2025), Jessica Ratcliff presenta una profunda y reveladora exploración de cómo la Compañía Británica de las Indias Orientales (EIC) transformó el conocimiento científico en un instrumento del colonialismo y en un motor del desarrollo científico británico entre 1757 y 1858. A través de una minuciosa investigación archivística, Ratcliff sitúa la producción de conocimiento dentro del marco del capitalismo colonial, subrayando cómo la ciencia fue utilizada tanto como herramienta de dominación como de progreso nacional.
La autora parte de figuras emblemáticas como William Jones y Warren Hastings, quienes veían en la transferencia del saber asiático hacia Europa una empresa civilizatoria, aunque teñida de paternalismo y con claras implicaciones de poder. Aunque al principio la EIC no financió directamente estas actividades científicas, muchos de sus empleados recolectaron masivamente manuscritos, mapas, artefactos, especímenes y obras botánicas, a menudo obtenidos mediante saqueo sistemático. Estas colecciones terminaron en museos británicos o en la sede londinense de la Compañía, alimentando el acervo científico europeo.
Ratcliff introduce el concepto de “ciencia de compañía” para describir el aparato de observatorios astronómicos, jardines botánicos, campañas de catalogación naturalista y redes institucionales fundadas o apoyadas por la EIC. Estas iniciativas, más que simples gestos ilustrados, servían a objetivos concretos: cartografiar territorios, incrementar la producción agrícola, sustentar campañas militares y explotar recursos naturales. La autora señala cómo, por ejemplo, el ejército mismo se convirtió en una forma institucionalizada de conocimiento, al depender de la cartografía, la astronomía y la geodesia.
Los jardines botánicos fueron claves para el desarrollo de cultivos comerciales como el té, el índigo o el caucho, ilustrando la estrecha relación entre conocimiento científico y explotación económica. Paralelamente, la fundación de instituciones como la Asiatic Society of Bengal consolidó la difusión del saber y la visión orientalista del Asia colonizada.
Una contribución importante del libro es mostrar cómo, tras la disolución de la EIC, sus colecciones fueron “convertidas en ciencia pública”, al integrarse en museos y departamentos universitarios británicos. Esta transición fue crucial para la llamada segunda revolución científica británica, marcada por la especialización, profesionalización y separación de disciplinas como la historia, la botánica y la etnografía, antes entrelazadas en un mismo esfuerzo colonial.
Ratcliff destaca cómo esta ciencia institucionalizada fue también vehículo de construcción ideológica: los museos públicos ayudaron a consolidar creencias racistas y supremacistas que justificaban la exclusión política y económica de los pueblos colonizados. La propuesta fallida de construir un India Museum —un “Thames Mahal” en Londres— revela el intento de monumentalizar esta herencia, aunque la falta de fondos lo impidió.
Sin embargo, muchas de esas colecciones permanecen en instituciones como el Museo de Historia Natural, Kew Gardens o el Museo Británico, aunque hoy su origen colonial sea objeto de intenso debate público. Ratcliff sostiene que este legado plantea un “enorme dilema” a museos que se presentan como cosmopolitas y progresistas, pero cuyas raíces están profundamente entrelazadas con la historia del colonialismo y el expolio.
El libro no solo ofrece un retrato vívido de cómo la ciencia británica moderna se construyó sobre bases coloniales, sino que también introduce reflexiones actuales sobre la relación entre corporaciones, Estados y conocimiento. Al analizar la EIC como un híbrido entre empresa y gobierno, Ratcliff proporciona una lente histórica útil para examinar las alianzas contemporáneas entre intereses privados y políticas públicas, y sus implicaciones para la ciencia actual.
Con una prosa clara y respaldada por una vasta documentación, Monopolizing Knowledge constituye una contribución fundamental a los estudios sobre ciencia, imperio y economía política del conocimiento.

