viernes, 19 abril 2024

La química de la felicidad

Al azar

Alba Cristóbal Anubla »

Escritores, artistas y filósofos han intentado a lo largo de la Historia definir el concepto de felicidad, con más o menos acierto. Sin embargo, la felicidad es algo tan subjetivo que puede variar para cada persona. Puede ser, para una madre, el ver sonreír a su hijo. Para un deportista, el llegar el primero a su meta. Pero, sentimentalismos aparte, ¿podría haber algo en común para todos, que haga que podamos entender el porqué de este sentimiento?

La respuesta, una vez más, la encontramos en la Química.

Entre la última década del siglo XIX y casi hasta el último cuarto del XX, las neurociencias experimentaron un gran avance: llegaron la Teoría Neuronal de Ramón y Cajal y, paralelamente, los estudios de Langley sobre la transmisión sináptica. Se habían dado los primeros pasos en el descubrimiento de los neurotransmisores: sustancias que actuaban como “medios de comunicación” entre una y otra neurona, influyendo en nuestra percepción, aprendizaje y (¡¿quién lo diría?!) hasta sentimientos. ¿Podría alguno de ellos influir también en nuestra felicidad?

Noradrenalina

Todos conocemos a su “hermana mayor” adrenalina. Sin embargo, la noradrenalina (también llamada norepinefrina) juega también un papel fundamental en la química de nuestro cerebro.

Este neurotransmisor es un derivado de la tirosina, y se diferencia de la adrenalina en un único grupo metilo (en el caso de la adrenalina, el lugar es ocupado por un H).

La noradrenalina [4-(2-amino-1-hidroxietil) benzeno-1,2-diol], es un péptido que ha sido llamado la hormona del estrés, ya que cobra fundamental importancia al aumentar la producción de glucosa y acelerar el ritmo cardíaco cuando se activa el sistema nervioso simpático. Es decir, en situaciones de peligro, puedes echarle la culpa de tus acciones, porque es este neurotransmisor el que toma el mando.

Así dicho, no parece que este compuesto nos haga especialmente felices ¿no? Pero… ¿has pensado alguna vez por qué gustan tanto los parques de atracciones, o las películas de miedo? Por la felicidad de sobrevivir en momentos de estrés, amigo: la sensación de sentirte vivo. Y de eso, también le puedes dar las gracias a la noradrenalina.

Serotonina

Seguimos con nuestro recuento de neurotransmisores que nos hacen sentir bien. La serotonina (5-hidroxitriptamina) ha sido considerada la hormona de la tranquilidad. Interviene en la gestión del estrés, la regulación de los cambios de humor, la regulación del sueño e incluso en la regulación del apetito y del funcionamiento del aparato digestivo. Todo lo regula este péptido. Es la hormona “zen”. Y ¿qué puede hacernos más felices que tener todos los frentes bajo control?

Oxitocina

Llamada por algunos la hormona del amor, la oxitocina es un péptido formado por nueve aminoácidos (cisteína – tirosina – isoleucina – glutamina – asparagina – cisteína – prolina – leucina – glicina) que, cuando se activa, proporciona sentimientos de amor, tranquilidad y bienestar. Es la hormona que se activa en el parto y que hace que las madres “se enamoren de sus hijos”. Pero no sólo eso: también tiene mucho que ver en las relaciones sexuales (donde la oxitocina se libera a diestro y siniestro), y también en el reconocimiento facial. Ya sabes a qué se debe lo contento que te pones cuando encuentras a alguien conocido entre una multitud.

Chascarrillos aparte, la oxitocina también ayuda con la regulación de las contracciones y extensiones musculares (como en la eyaculación o el parto). Y, por si fuera poco, también toma parte en ciertos procesos de aprendizaje, en la mejora del autoestima o en la empatía.

Las “hormonas de la felicidad” como cura a los trastornos psicológicos

Ya conocemos que estos compuestos influyen sobremanera en nuestra percepción y nuestros sentimientos. La noradrenalina hace que nos sintamos vivos; la serotonina, que estemos en paz con lo que nos rodea, y la oxitocina, que seamos capaces de desarrollar vínculos de afecto.

Entonces, en un escenario en el que los trastornos psicológicos están a la orden del día, ¿por qué no las utilizamos para combatirlos?

La respuesta no es para nada sencilla. En primer lugar, hay que tener en cuenta que la neurociencia aún es la hermana pequeña del resto de disciplinas médicas (no hay que olvidar que los grandes avances comenzaron a producirse desde hace poco más de un siglo, y eso no es nada en el ámbito de la investigación científica). Por otra parte, a la hora de desarrollar un fármaco con sustancias que el propio organismo ya sintetiza, se tiene que extremar el cuidado ya que es posible que, al sobrepasar cierta cantidad obtenida de forma exógena, el cuerpo se acostumbre a obtenerla de forma externa y deje de producirla por sí mismo, lo que no haría más que complicar la patología.

Y por último, ¿cómo que no se utilizan?

A pesar que la neurociencia sigue en pañales, sí que se han hecho pequeños avances en el campo de la farmacología, relacionados con estos compuestos. Sin ir más lejos, los últimos tratamientos farmacológicos para enfermedades psicológicas (depresión, trastorno bipolar, TOC, etc.) son, entre otros, los llamados Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina (ISRS) y los Inhibidores de la Recaptación de Serotonina y Noradrenalina (IRNS).

El mecanismo de acción de ambos es similar, diferenciándose en la molécula diana. Básicamente consiste en ralentizar el proceso de eliminación del neurotransmisor (recaptación): si la serotonina y/o noradrenalina se siguen produciendo a la misma velocidad, pero se eliminan más lentamente, la concentración aumenta, por lo que su efecto se potencia.

Respecto al uso de la oxitocina, cabe destacar que actualmente se utiliza en el campo médico, pero enfocada al parto, dadas sus propiedades de dilatación muscular. Sin embargo, sí es cierto que se están realizando algunos ensayos clínicos para utilizarla en el campo neurológico, y alguno de éstos ha mostrado su posible utilidad en el tratamiento en segunda línea de enfermedades psicológicas.

Y todo esto ha sido descubierto sólo en un siglo. Démosle un poco más de tiempo a la investigación, y pronto veremos qué más pueden hacer las “hormonas de la felicidad”.


Fuentes bibliográficas

  • HERNÁNDEZ GUIJO, Jesús Miguel. La Naturaleza química de la transmisión sináptica, un largo camino hacia el neurotransmisor. Actualidad en Farmacología y Terapéutica. Volumen 6, Nº1. Pág. 50 a 56. Marzo 2008
  • GOODALE, Elizabeth P. El papel de la norepinefrina y de la dopamina en la depresión. RET Revista de Toxicomanías, nº 50. Pág. 19 a 22. 2007
  • BOURIN M, DAVID D, JOLIET P y GARDIER A. Mecanismo de ación de los antidepresivos y perspectivas terapéuticas [Mechanism of action of antidepressants and therapeutic perspectives] Laboratoire de Neuropharmacologie Upres EAD MENRT, Institut de signalisation et d’innovation therapeutique (IFR75), Faculte de Pharmacie, Universite Paris-Sud, Chatenay-Malabry, France Therapie. 2002 Jul-Aug. Traducción de http://www.intramed.net/contenidover.asp? contenidoID=37064
  • SCANTAMBURLO, G. Additional intranasal oxytocin to escitalopram improves deppresive symptoms in resistant deppresion: An open trial. European Psychiatry, Volume 30, Issue 1, pages 65-68. January 2015.
  • Hormonas de la felicidad. https://investigacionsaludable.wordpress.com/hormonas-de-la-felicidad/

Relacionados

Dejar un comentario

Últimos artículos

Descubre más desde TRIPLENLACE

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo