Eric B. Larson, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, y Laura Gitlin, profesora emérita de la Universidad de Drexel escriben en The Conversation un artículo sobre cómo prevenir la demencia. Según estos investigadores, un estudio publicado en la revista The Lancet revela que casi la mitad de los casos de demencia podrían retrasarse o prevenirse abordando 14 factores de riesgo modificables, incluidos la pérdida de visión y el colesterol alto. Esta investigación subraya la importancia de la prevención para hacer frente a este desafío global, que afecta a 57 millones de personas en todo el mundo, cifra que se espera que aumente a 153 millones en 2050.
A pesar de que la prevalencia de la demencia ha disminuido en países de altos ingresos, sigue aumentando en países de ingresos bajos y medios. Pero el informe destaca que tanto los responsables políticos, como los profesionales de la salud y las familias, pueden adoptar medidas preventivas ambiciosas para reducir el riesgo de demencia, además de apoyar la calidad de vida de quienes ya viven con esta enfermedad.
El estudio confirma 12 factores de riesgo previamente identificados en informes anteriores, publicados en 2017 y 2020, e introduce dos nuevos factores: la pérdida de visión y los altos niveles de lipoproteínas de baja densidad conocidas como colesterol «malo». Al abordar estos 14 factores de riesgo, se podría reducir potencialmente la prevalencia de demencia en un 45 % a nivel mundial. Este impacto podría ser mayor en países de ingresos bajos y medios, así como en personas de bajos ingresos en países más ricos.
El informe también señala que reducir estos riesgos puede aumentar los años de vida saludable y reducir el tiempo de mala salud en personas con demencia. Además, cita ensayos clínicos que muestran cómo enfoques no farmacológicos, como actividades adaptadas a los intereses y habilidades de los pacientes, pueden reducir los síntomas relacionados con la demencia y mejorar la calidad de vida.
La importancia de este informe radica en el crecimiento acelerado de la población envejecida a nivel mundial, un logro de la salud pública y personal. Sin embargo, ante la falta de una cura para la demencia, el informe resalta la relevancia de la prevención y el apoyo a la calidad de vida de las personas diagnosticadas con esta enfermedad.
Las recomendaciones incluyen mejorar la educación en la infancia, abordar factores como la pérdida auditiva, el colesterol alto, la depresión, las lesiones cerebrales traumáticas, la inactividad física, la diabetes, el tabaquismo, la hipertensión, la obesidad y el consumo excesivo de alcohol en la mediana edad, y reducir el aislamiento social, la contaminación del aire y la pérdida de visión en la vejez.

